sábado, 9 de enero de 2016

Cuestión de clavos

"Tan a destiempo llega el que va demasiado deprisa como el que se retrasa demasiado"
  - William Shakespeare

Nunca he sido partidario de que un clavo saque a otro clavo. Más bien, me parece una idea bastante insulsa, aunque sí que tiene su parte de eficaz. Cuando has compartido muchos buenos momentos con una persona, ya no es la persona en sí lo que te importa (que también, aunque en menor medida), sino todo lo que has vivido junto a ella. Es el hecho de haber construido un pasado, un presente y un futuro junto a ella. Es el hecho de saber que, después de haber construido con esfuerzo e ilusión tu propia fortaleza, ésta ha sido derruida y tienes que volver a empezarla de nuevo.
Y, entonces, ¿por qué sacar un clavo con otro tiene su eficacia? Bueno, por partes. Cuando tu fortaleza ha sido derruida, pasas un tiempo vagando sin rumbo; un tiempo en el que cunde el pánico y la desilusión, en el que echas de menos aquello que tenías y en el que deseas que todo vuelva a ser como antes. Hasta que, con el paso del tiempo, vuelves a ilusionarte con los nuevos frentes que aparecen en tu vida, ese nuevo terreno que tienes que explorar. Dejas de sentirte atado y comienzas a sentirte libre.
Pero bien, aquí es donde entra en juego esa segunda persona. Intentar llenar el vacío que nos ha dejado una persona con otra no es más que intentar ocultar temporalmente el proceso de regeneración de nosotros mismos. Es nuestro intento de evitar vagar sin rumbo por un terreno ya olvidado y caer en el estado de desesperación. Porque lo bueno de conocer a otra persona es que te ilusiona, y te recuerda que hay otros motivos para sonreír diferentes al que ya perdiste. Que si una fortaleza ha caído, otra puede ser levantada.
Pero no en su lugar, y éste es el gran error. No se puede empezar una casa por el tejado. Hay que esperar a que desaparezcan los restos de la primera para empezar a trabajar en los cimientos de la segunda. O elegir otro sitio, claro está. Pero no puedes iniciar una relación con otra persona pensando que ésta va a ser igual a la anterior.
Tratar de olvidar a una persona con otra es como tomarse una pastilla para el dolor de cabeza. Sientes dolor, te la tomas y te alivia el dolor. Pero, una vez que su efecto desaparece, el dolor vuelve a aparecer. Del mismo modo, cuando vas descubriendo a esta segunda persona, si sientes que no es realmente como tú esperabas que fuera, vuelves a añorar a la primera.

O no, porque el tiempo todo lo cura, y quizá ya has recordado cómo valerte por ti mismo.

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© De tanto beber de tus lagunas de memoria
Maira Gall