domingo, 15 de mayo de 2016

The Versatile Blogger Award



¡Buenas noches!          

Hoy os escribo para deciros dos cosas: primero, que huyáis de la universidad en el período de exámenes. Es lo peor. Segundo, que Lady Rose, aquella chica en la que sospechamos que pudo basarse Francesco Petrarca  para escribir su Cancionero, que tiene un don para transformar en música todo lo que escribe y que podéis encontrar en su maravilloso blog Vuela, me ha nominado a The Versatile Blogger Award. ¡Muchísimas gracias por haber pensado en mi!

Os explico de qué va: The Versatile Blogger Award es una gran forma de promocionar esos pequeños blogs que tanto nos gustan, dándolos así a conocer, y por supuesto reconociendo el trabajo que dedican a cada línea y todas las ganas que le ponen para que disfrutemos navegando por su pequeño espacio en Internet.

 Las normas son las siguientes:
- Dar las gracias al bloguero que te nominó.
- Contar 7 cosas del autor o los autores del blog.
- Nominar a blogs con pocos seguidores.
- Dejar un comentario en los blogs nominados diciendo que los nominaste.

Bueno, ahora os hablaré un poco sobre mí:

  1. Me encantan viajar y los lugares exóticos; uno de mis sueños es recorrer mundo y pasar al menos un año en cada uno de los cinco principales continentes.
  2. Empecé escribiendo poesía cuando tenía unos quince años. Me encantaba Garcilaso de la Vega, fue una gran inspiración para mí en aquel momento.
  3. Tengo un lado friki y me encanta el cine, aunque, por lo general, soy serio y tranquilo. Pienso bastante en mi futuro. 
  4. Estudio Estudios Ingleses un poco por error, porque se me daba bien. Tenía que haber estudiado ADE, o algo similar.
  5. Me encanta el deporte, y, cómo no, el fútbol. Pero, en general, soy bastante deportista; disfruto con cualquier cosa que implique moverse.
  6. Soy de probarlo todo antes de decidir lo que es bueno y lo que es malo.
  7. Actualmente estoy escribiendo un libro de terror con componentes sobrenaturales. Nunca me había imaginado que escribiría sobre eso, pero hay que reinventarse.

Y ahora, los nominados:

¡Muchas gracias a todos!




martes, 26 de abril de 2016

Cicuta



Un ciudadano cualquiera abrió la puerta y se encerró en su cuarto. Había sido un día muy duro en la oficina, y su mente le susurraba desde hacía horas que necesitaba un descanso. Dispuesto a concedérselo, se acostó sobre la cama. Su rosada tez se volvió blanquecina. Su cuerpo, acostumbrado a pelear en duras batallas, sucumbió en su lecho, y fue tornándose rígido a medida que los minutos transcurrían incesablemente. Sus manos… ¡Oh! Sus manos. Frías. Más frías. Heladas. Se enfriaban a medida que le quemaba su propio ser. Fugacidad, pensó. Ciertamente, somos entes fugaces. Como una estrella fugaz. La ves, pides un deseo y desaparece. Sólo perdura el deseo. Del mismo modo, cuando morimos, sólo perdura el recuerdo en aquellos que apreciaron nuestro fugaz paso… Poco a poco, su cuerpo continuó apoderándose de él. La sensación de ahogo era constante. Fue fallando la respiración. Un último suspiro…

Se despertó. Otro día, a la misma hora. Tenía cuarenta minutos antes de que diera comienzo su velatorio. Tomó un café con leche, y se apresuró hacia su continua defunción.

jueves, 3 de marzo de 2016

Vermeer

The ghost of Vermeer van Delft
which can be used as a table
, de Salvador Dalí

Dalí admiraba a Vermeer. El ya fallecido Vermeer, al que le toca ser ya fantasma en cuadros y poemas. Y este cuadro, de Dalí para Vermeer, simboliza lo que hubiera podido ser, y no pudo, por culpa de ese horror llamado tiempo, y su amigo la muerte. Pero a Dalí eso no le preocupa, por lo que honra al que pudo haber sido -y no fue por el tiempo- a un amigo en su lienzo. Pinta a Vermeer dudando, como él sabía que hacía siempre, para poder luego dar la mejor respuesta. Cuando el fantasma va a un cruce de caminos o de vidas, -como prefieras llamarlo-, para, y reflexiona, y por qué no, estira su pierna para poder lograr posar allí una copa y una botella de vino, para brindar mientras por su amigo, porque hay algo que les une: la pasión por el arte. Se apoya en su muleta el viejo pintor para así decidir, ¿derecha o izquierda? Si nos basamos en religiones, la derecha es dios, la izquierda el diablo. Observando hacia dónde señala la cabeza del fantasma, ya tenemos la respuesta de dónde esperará a su amigo Dalí.



Este texto pertenece a Rose. Podéis encontrar más sobre ella en su blog Vuela y en su cuenta de Instagram.

El reto consistía en que yo elegía un cuadro y ella tenía que hacer un comentario sobre éste en clave poética. Precioso, ¿verdad?

Fortaleza


- "Hay dos clases de personas en este mundo: los que son cazados y los que cazan; los que sueñan, y los que consiguen. Yo soy de este segundo tipo" - continuó - "Pero no siempre he sido así. Verás, todo se basa en un proceso de transformación del individuo. Todos, al principio, tenemos miedo. Sin embargo, una vez que ese miedo desaparece, una vez que ya no tienes nada que perder, te vuelves realmente peligroso". 
- "¿Podría, entonces -pregunté - ser una reinterpretación del Mito de la Caverna?"
- "¿Tú crees que Platón tenía miedo?"
- "No lo sé" -contesté.
- "Yo tampoco. -agregó - Sin embargo, para salir de la caverna, debes ser un aventurero; de lo contrario, hubieras preferido continuar dentro de ésta. Y un aventurero es alguien que no tiene miedo a arriesgar, que no tiene miedo a perder. Es alguien que confía en sí mismo por encima de cualquier cosa, y que sabe que el fracaso es sólo una vía que no te lleva al éxito. Es alguien que sabe que el no tener miedo a perder, tarde o temprano te hará ganar. Así que, en cierto modo, el aventurero, el que no tiene miedo, es el que conseguirá el éxito."
- "Entonces, ¿por qué no todos somos aventureros?"
- "Todo ser humano posee ese espíritu dentro de sí. Sin embargo, la mayoría siente pánico a la derrota. Prefieren vivir sin complicaciones a arriesgarse a perder. Y, entonces, recurren a los tópicos de que su vida tampoco está tan mal y de que hay mucha gente que vive mucho peor. Y, probablemente, sea cierto. Pero también es cierto que no hay nada mejor en este mundo que el sabor de una victoria después de haber perdido mil batallas".


Live hard, but live a dream.


viernes, 19 de febrero de 2016

Locura



- "Y tú, ¿por qué continúas confiando en mí? - preguntó el preso, bastante contrariado. - Con todo lo que se dice de mí en el juicio, ¿por qué sigues a mi lado? Igual no soy tan bueno como tú te crees. Igual resulta que sí cometí esos crímenes."

- "Bueno, pero - contestó ella - si he confiado en ti cuando todo iba bien, también tengo que hacerlo cuando todo va mal, ¿no es así? Eso es lo que se hace. Tanto en las buenas, como en las malas, ¿recuerdas? Por otra parte, sé que no lo hiciste. Si tú dices que no has asesinado a nadie, confío en ti."

El recluso número 563 centró su mirada en ella, una mirada llena de frustración. Deseaba que le odiase. Deseaba que no le volviese a ver, que creyese que era culpable, que intentase rehacer su vida. Que no fuese allí, como cada día de visita, para ver cómo se encontraba, y qué tal había pasado la semana. Deseaba perder la esperanza, deseaba admitir que iba a morir en aquel lugar. Pero, como cada día de visita, el recluso número 563 renovaba sus ilusiones con cada sonrisa y con cada mensaje de confianza que ella le trasmitía.

Terminó la reunión, y el preso volvió a su celda. Al día siguiente, se sentó en la sala de interrogatorios, dispuesto a recibir su castigo por no haber confesado aún su crimen. La libertad se paga cara estos días. Fue atado de brazos y piernas, para que no pudiese defenderse. Comenzó el interrogatorio. El carcelero se fue, dejando su lugar al policía y al jefe de celda. Este último, un hombre grande y musculoso, comenzó a desatar su rabia acumulada golpeando al recluso. No tenía motivos, pero sí la necesidad. No tenía por qué no hacerlo. Hasta cierto punto, era divertido. En sitios así, la superioridad frente a otros presos es muy importante a la hora de ganar privilegios. Y éste podía ser considerado uno.
El recluso número 563 no sentía. Sabía que esto iba a ser sólo una parte del protocolo, así que se limitó a procurar no utilizar las pocas energías que le restaban tras hacer de peluche para el jefe de celda. Nudillos que moldeaban su cuerpo, magulladuras, sangre por la boca. Actividad interrumpida en sus vasos sanguíneos. Sangre tan oscura, que parecía que sus entrañas habían decidido escapar. Un uniforme mojado por lágrimas de dos colores. Tras unas risas, el policía desenvainó su juguete. Era una especie de palo fino y alargado, con el que acariciaba al preso. No hacía falta continuar golpeándole; podía acariciarle con tres millones de voltios. Cada cierto tiempo, parálisis. Idas de cabeza. Descargas eléctricas. Mofas por parte de sus castigadores. Pérdida de conocimiento.
Se despertó, un tiempo después, sentado en una silla, sin poder moverse. Era una silla de hierro, bastante pesada, con unas aberturas para encajar las manos y los pies, de forma que el preso tuviese que estar necesariamente en esa postura, sin poder cambiar. Y allí permaneció, esperando al día siguiente. Reflexionó sobre todo un poco. Tenía tiempo para ello. Se hizo el día. Y volvieron el policía, el jefe de celda, el peluche, los baños de sangre y lágrimas, las risas, las caricias, las descargas eléctricas, el desmayo, la silla. Y el siguiente día. Y todo lo anterior.

Después de una semana, el policía se acercó al preso, después de que éste hubiese recuperado parte de sus facultades (si es que aún le quedaba alguna), para preguntarle si esta vez había cometido algún asesinato. El recluso sin número ni vida dudó. Y fue entonces cuando se le apareció la figura de una mujer, a la que apenas recordaba, que le sonreía. Y él trató de imitar la sonrisa de aquella mujer. Después de todo, nada es tan malo cuando tienes un objetivo por el que mantener la esperanza. Y contestó:

- "No".

viernes, 12 de febrero de 2016

Libertad



- "Ven conmigo" -dijo él.

Juntos, de la mano, caminaron hasta un prado que se encontraba a quince minutos de allí. Un prado aparentemente oscuro, pues la luz de la luna no alcanzaba para vislumbrar su color con claridad. Una vez allí, ambos se tumbaron y se dispusieron a contemplar las estrellas. Aquella noche, el cielo lucía increíblemente bello, y las estrellas eran lindos cabellos de oro que cubrían el gentil rostro de su hermosa portadora. Ella apoyó su cabeza en el pecho de él, y sus corazones palpitaron ante el precipitado paso de una estrella que no tenía intención de detenerse.

- "¡Pide un deseo! -exclamó él.

Ella se concentró, cerró los ojos y susurró su deseo. Después, se giró hacia él y le besó como si no hubiera un mañana. Esos besos apasionados se prolongaron hasta el amanecer.

Siguieron quedando cada noche y siguieron besándose hasta el amanecer. Sin embargo, al tercer día, él no apareció. Ella pasó la noche sola, esperándole, hasta que desistió y decidió emprender el camino de vuelta a casa. Y fue entonces cuando, levantando la vista hacia el cielo, volvió a ver el fugaz paso de aquella estrella junto a los cabellos dorados de aquel hermoso rostro. Sólo que, esta vez, no pidió ningún deseo.
A la mañana siguiente, se enteró que él había tenido un accidente de tráfico yendo hacia el lugar. Su vehículo había impactado con otro conducido por una hermosa mujer rubia, y ambos habían fallecido en el acto.

Pues bien, la protagonista de esta historia soy yo. Y mi deseo se ha cumplido. Deseé que ese momento no acabase nunca, y su recuerdo sigue vivo, me persigue. No ha acabado, ni tiene intención de acabar. Cada vez que contemplo las estrellas, recuerdo trágicamente lo sucedido aquella noche. Es muy duro perder la posibilidad de contemplar algo tan hermoso por lo que ello simboliza para ti.
Y, cada vez que veo una estrella fugaz, grito al cielo clamando libertad, lamentándome por mi mala fortuna y esperando que esta pesadilla termine pronto. Pero ya se sabe que, para que se cumpla lo deseado, nadie puede enterarse de ello.

Confidencias


- "Y yo maté a un hombre" -respondió ella.
- "Y tú, ¿tienes algún secreto? -ignoré totalmente su comentario.

No, no podía haberlo hecho. Y, desde luego, no podría habérmelo dicho. En ocasiones pienso que tengo tendencia al peligro; a que me guste lo raro, lo socialmente no aceptado. Pero éste no era el caso, no podría serlo.

- "Lee más arriba, ya te lo he dicho" -replicó.
- "Tú no has matado a nadie" -respondí, tajantemente.
- "Trató de violarme, ¿vale? Estaba borracho."
- "Vale, esto no es gracioso." -contesté. Por dentro, sabía que era cuestión de tiempo que me dijese que era una broma; sin embargo, un pequeño brote de adrenalina se fue apoderando de mí.
- "No, no lo es."
- "Sinceramente, no me preocupa si mataste o no a un hombre, voy a seguir queriéndote igual. Pero... ¿lo hiciste?"
- "Sí."
- "Si me mientes, voy a sentirme decepcionado contigo. Esto es demasiado serio, hasta para mí."
- "No, no te miento."
- "Pero vamos, que si alguien tratara de violarme, yo también lo hubiese matado." -contesté, tratando de quitarle hierro al asunto.
- "Supongo."
- "Es broma, ¿no?"
- "¿Quién, en su sano juicio, podría bromear con algo así?"
- "Vale, entonces cuéntame qué pasó."
- " Te cuento mañana, que estoy muy cansada. Buenas noches. Y sí, era broma."

lunes, 25 de enero de 2016

Vida nueva


Hay momentos en la vida que te hacen cambiar. O, al menos, que te incitan fuertemente a ello. Todos pasamos muchas veces por ellos a lo largo de nuestra vida. Algunos más que otros, claro.
Soy un poeta maldito. Siempre lo he creído así. Lo de poeta lo tengo más o menos claro, lo de maldito no tengo ninguna duda. Mi vida nunca ha sido un camino de rosas, ni nunca lo será. Pero bueno, no es que me importe en absoluto. No quiero ser normal, nunca lo he querido. Así que considero que éste es el precio a pagar.
Lo que sí que debería corregir de mí mismo es esa manía que tengo de jugar a ser dios. De llevarme al límite. Mi cuerpo está castigado, y mi mente está castigada. Vivo con un ritmo de vida muy elevado, demasiado.
Aunque no le tenga miedo a la muerte, no me apetece forzar la situación. Quiero disfrutar de mis proyectos de futuro. Y ya no sólo es por mí, es algo que se merece mucha gente.

A todos ellos, les prometo aprender de mis errores. Por encima de dios, sigo siendo humano.

martes, 19 de enero de 2016

Mi esencia

Mi esencia, o el detective que nunca desiste. Aquel que siempre quiere saber más. Aquel que mata por llegar a lo más profundo de la cuestión, luchando contra viento y marea cuando las circunstancias son adversas.
Mi esencia, o el gato que se arriesga por curiosidad. Aquel que trepa a los árboles y se esconde esperando encontrar su ración de ser. Aquel que persigue al ratón no por hambre, sino para comprobar cómo actúa.
Mi esencia, o el foco de luz batallando contra la ciega oscuridad. Aquel que lucha por instalarse en su pequeño rinconcito. Aquel que consigue potenciar los colores del resto de objetos, sin saber muy bien de dónde procede él mismo. Aquel que sigue añadiendo luz, porque el hombre lo ha hecho así.

Y, de tanta luz, todo se tornó blanco.

miércoles, 13 de enero de 2016

"Déjame morir contigo"


Y nos besamos hasta el amanecer. Ella, enfermera. Yo, explorador, que intentaba descubrir los restos de una pasada civilización mártir surgida debido al conflicto bélico imaginario engendrado en mi propio ser. Aquello, que pudo durar días, reproducido en segundos; sus besos, que pudieron durar segundos, reproducidos durante horas. La frustración de todo lo acontecido nos había empujado hacia la desesperación; y, en esta misma desesperación, los dos solos, nos habíamos sentido como en casa. El tiempo avanzaba lentamente en mi mundo exterior; sin embargo, en nuestro mundo interior, éste permanecía callado e inmóvil, como si no quisiese molestar.
Mi amor se traducía en llanto, en garra, en crispación. En no saber cómo actuar. Estaba solo; el resto del pelotón había fallecido. Las heridas, todavía no cicatrizadas, me habían salvado de la muerte. Sólo podía contemplar con resignación y aceptar aquel cuerpo que se erigía como mi única vía de escape.
Poco a poco, me invadió la felicidad. Aquel alma tan pura, que me había salvado previamente de las garras de la muerte, empezó a crear su propio mundo alrededor de él. Ya no existía la guerra. Tampoco existía la paz. No existía nada, y existía todo. Aquel escenario bélico se tornó precipicio; aunque éste, en comparación con aquello, se nos mostraba como un camino de rosas.
"-Coge carrerilla -me dijo."
"-¿Por qué? -pregunté, extrañado."
"-Si confías en nuestro amor, si confiamos el uno en el otro, podremos saltar y echar a volar -me contestó."
 Cogimos carrerilla, cogidos de la mano. Empezamos a correr. Ella saltó. Yo, me paré en seco. Aquel camino de rosas se volvió precipicio. Ella cayó por él. Yo no cumplí mi palabra. Ella murió. Yo, la maté.
Salí corriendo, intentando no mirar atrás. A cada paso que daba me acordaba de sus palabras. De su voz, de sus besos, de su piel, de sus caricias. Antes me había salvado de la muerte; ahora estaba muriendo en vida.

Y se hizo la luz. Y todo había terminado.

domingo, 10 de enero de 2016

El adiós definitivo

"Yo no sé quién fue mi abuelo; me importa mucho más saber qué será su nieto"
  - Abraham Lincoln

Hoy he tenido un cambio muy importante en mi vida: me he despedido de una persona que durante cuatro años y medio lo ha sido todo para mí. Ya habíamos roto relaciones, pero hoy se ha dado el adiós definitivo. Por si lo lees, te repito lo que te he dicho: gracias por todo.
A mi buen estado actual acabo de añadirle tranquilidad, libertad (que ya había olvidado lo que era ser libre) y felicidad. Una felicidad intensa, conseguida por dos motivos: el primero, por el hecho de haber tenido el valor de afrontar una decisión tan importante como ésta (el qué). El segundo, y no menos importante, por haberla afrontado de acuerdo con los principios éticos que trato de representar y con la elegancia que intento que me caracterice (el cómo). Y es que para maximizar la satisfacción provocada por aquello que conseguimos no sólo hemos de conseguirlo, sino que hemos de conseguirlo siguiendo unas determinadas pautas que nos marcamos internamente.
Vamos a explicar esto con un ejemplo: supongamos que un atleta consigue ganar una maratón después de haberse inyectado EPO. Por una parte puede estar contento; ha conseguido ganarla. Pero siempre le quedará la duda de qué hubiese pasado si no hubiese consumido esa sustancia: ¿sería capaz de haber ganado igual? Por tanto, su felicidad ya no podría ser máxima, dado que sabe que ha infringido las reglas y ha ganado gracias a ello. Y eso sin tener en cuenta que igual, por culpa de esa sustancia dopante, ha evitado que otra persona que se había preparado más a conciencia y de manera más limpia ganase la carrera. Menos mal que existen los controles antidopping...
Siguiendo mis principios, había preparado el escenario de la siguiente manera: quedábamos para tomar un café (que pensaba pagarlo yo, ya que era mi proposición), conversábamos sobre cómo nos estaba yendo la vida, y, ya en la despedida, le agradecía todo lo que había hecho por mí durante esta etapa pasada. Desafortunadamente, ella no ha querido verme, aunque eso no ha evitado que pudiese despedirme dándole las gracias por todo este tiempo y deseándole la mejor de las suertes en el futuro. Podría haber dejado que pasase el tiempo sin haber dicho absolutamente nada (total, ya no hablábamos), pero algo tan importante no merecía un final así.

Mi madre siempre me dijo desde pequeñito que, para hacer algo de mala manera, que no lo hiciera. Parece que me voy haciendo mayor...

sábado, 9 de enero de 2016

Cuestión de clavos

"Tan a destiempo llega el que va demasiado deprisa como el que se retrasa demasiado"
  - William Shakespeare

Nunca he sido partidario de que un clavo saque a otro clavo. Más bien, me parece una idea bastante insulsa, aunque sí que tiene su parte de eficaz. Cuando has compartido muchos buenos momentos con una persona, ya no es la persona en sí lo que te importa (que también, aunque en menor medida), sino todo lo que has vivido junto a ella. Es el hecho de haber construido un pasado, un presente y un futuro junto a ella. Es el hecho de saber que, después de haber construido con esfuerzo e ilusión tu propia fortaleza, ésta ha sido derruida y tienes que volver a empezarla de nuevo.
Y, entonces, ¿por qué sacar un clavo con otro tiene su eficacia? Bueno, por partes. Cuando tu fortaleza ha sido derruida, pasas un tiempo vagando sin rumbo; un tiempo en el que cunde el pánico y la desilusión, en el que echas de menos aquello que tenías y en el que deseas que todo vuelva a ser como antes. Hasta que, con el paso del tiempo, vuelves a ilusionarte con los nuevos frentes que aparecen en tu vida, ese nuevo terreno que tienes que explorar. Dejas de sentirte atado y comienzas a sentirte libre.
Pero bien, aquí es donde entra en juego esa segunda persona. Intentar llenar el vacío que nos ha dejado una persona con otra no es más que intentar ocultar temporalmente el proceso de regeneración de nosotros mismos. Es nuestro intento de evitar vagar sin rumbo por un terreno ya olvidado y caer en el estado de desesperación. Porque lo bueno de conocer a otra persona es que te ilusiona, y te recuerda que hay otros motivos para sonreír diferentes al que ya perdiste. Que si una fortaleza ha caído, otra puede ser levantada.
Pero no en su lugar, y éste es el gran error. No se puede empezar una casa por el tejado. Hay que esperar a que desaparezcan los restos de la primera para empezar a trabajar en los cimientos de la segunda. O elegir otro sitio, claro está. Pero no puedes iniciar una relación con otra persona pensando que ésta va a ser igual a la anterior.
Tratar de olvidar a una persona con otra es como tomarse una pastilla para el dolor de cabeza. Sientes dolor, te la tomas y te alivia el dolor. Pero, una vez que su efecto desaparece, el dolor vuelve a aparecer. Del mismo modo, cuando vas descubriendo a esta segunda persona, si sientes que no es realmente como tú esperabas que fuera, vuelves a añorar a la primera.

O no, porque el tiempo todo lo cura, y quizá ya has recordado cómo valerte por ti mismo.

viernes, 8 de enero de 2016

Con la suerte de lado

"De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error" 
  - Marco Tulio Cicerón

He aquí un loco. Un optimista, alguien que piensa que por el mero hecho de que algo haya salido mal, no significa que no vaya a poder salir bien. Alguien que disfruta tropezando con la misma piedra porque ésta le transmite la sensación de estar viviendo. Alguien que, estando entre la espada y la pared, es capaz de caminar hacia la espada creyendo ciegamente que no se la va a clavar en el pecho. 
Y es que todos cometemos errores, sí. Y todos aprendemos de ellos, sí a medias. Saber lo que tenemos que hacer no implica hacerlo. Tras tanto tiempo, he llegado a la conclusión de que es más bonito ilusionarse con algo a pesar de sus dificultades que no ilusionarse. El trabajo realizado hasta llegar a la meta es aquello que nos define. 

Aunque encontremos la meta a miles de kilómetros.
    © De tanto beber de tus lagunas de memoria
    Maira Gall