miércoles, 13 de enero de 2016

"Déjame morir contigo"


Y nos besamos hasta el amanecer. Ella, enfermera. Yo, explorador, que intentaba descubrir los restos de una pasada civilización mártir surgida debido al conflicto bélico imaginario engendrado en mi propio ser. Aquello, que pudo durar días, reproducido en segundos; sus besos, que pudieron durar segundos, reproducidos durante horas. La frustración de todo lo acontecido nos había empujado hacia la desesperación; y, en esta misma desesperación, los dos solos, nos habíamos sentido como en casa. El tiempo avanzaba lentamente en mi mundo exterior; sin embargo, en nuestro mundo interior, éste permanecía callado e inmóvil, como si no quisiese molestar.
Mi amor se traducía en llanto, en garra, en crispación. En no saber cómo actuar. Estaba solo; el resto del pelotón había fallecido. Las heridas, todavía no cicatrizadas, me habían salvado de la muerte. Sólo podía contemplar con resignación y aceptar aquel cuerpo que se erigía como mi única vía de escape.
Poco a poco, me invadió la felicidad. Aquel alma tan pura, que me había salvado previamente de las garras de la muerte, empezó a crear su propio mundo alrededor de él. Ya no existía la guerra. Tampoco existía la paz. No existía nada, y existía todo. Aquel escenario bélico se tornó precipicio; aunque éste, en comparación con aquello, se nos mostraba como un camino de rosas.
"-Coge carrerilla -me dijo."
"-¿Por qué? -pregunté, extrañado."
"-Si confías en nuestro amor, si confiamos el uno en el otro, podremos saltar y echar a volar -me contestó."
 Cogimos carrerilla, cogidos de la mano. Empezamos a correr. Ella saltó. Yo, me paré en seco. Aquel camino de rosas se volvió precipicio. Ella cayó por él. Yo no cumplí mi palabra. Ella murió. Yo, la maté.
Salí corriendo, intentando no mirar atrás. A cada paso que daba me acordaba de sus palabras. De su voz, de sus besos, de su piel, de sus caricias. Antes me había salvado de la muerte; ahora estaba muriendo en vida.

Y se hizo la luz. Y todo había terminado.

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© De tanto beber de tus lagunas de memoria
Maira Gall