viernes, 12 de febrero de 2016

Libertad



- "Ven conmigo" -dijo él.

Juntos, de la mano, caminaron hasta un prado que se encontraba a quince minutos de allí. Un prado aparentemente oscuro, pues la luz de la luna no alcanzaba para vislumbrar su color con claridad. Una vez allí, ambos se tumbaron y se dispusieron a contemplar las estrellas. Aquella noche, el cielo lucía increíblemente bello, y las estrellas eran lindos cabellos de oro que cubrían el gentil rostro de su hermosa portadora. Ella apoyó su cabeza en el pecho de él, y sus corazones palpitaron ante el precipitado paso de una estrella que no tenía intención de detenerse.

- "¡Pide un deseo! -exclamó él.

Ella se concentró, cerró los ojos y susurró su deseo. Después, se giró hacia él y le besó como si no hubiera un mañana. Esos besos apasionados se prolongaron hasta el amanecer.

Siguieron quedando cada noche y siguieron besándose hasta el amanecer. Sin embargo, al tercer día, él no apareció. Ella pasó la noche sola, esperándole, hasta que desistió y decidió emprender el camino de vuelta a casa. Y fue entonces cuando, levantando la vista hacia el cielo, volvió a ver el fugaz paso de aquella estrella junto a los cabellos dorados de aquel hermoso rostro. Sólo que, esta vez, no pidió ningún deseo.
A la mañana siguiente, se enteró que él había tenido un accidente de tráfico yendo hacia el lugar. Su vehículo había impactado con otro conducido por una hermosa mujer rubia, y ambos habían fallecido en el acto.

Pues bien, la protagonista de esta historia soy yo. Y mi deseo se ha cumplido. Deseé que ese momento no acabase nunca, y su recuerdo sigue vivo, me persigue. No ha acabado, ni tiene intención de acabar. Cada vez que contemplo las estrellas, recuerdo trágicamente lo sucedido aquella noche. Es muy duro perder la posibilidad de contemplar algo tan hermoso por lo que ello simboliza para ti.
Y, cada vez que veo una estrella fugaz, grito al cielo clamando libertad, lamentándome por mi mala fortuna y esperando que esta pesadilla termine pronto. Pero ya se sabe que, para que se cumpla lo deseado, nadie puede enterarse de ello.

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© De tanto beber de tus lagunas de memoria
Maira Gall